Un día seremos como Él es. Tendremos una transformación total y una verdadera transfiguración.
2 Corintios 4:11… «la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal……………………..»
1 Corintios 15:51-53.
- 51 He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados,
- 52 en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.
- 53 Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.
Un día tendremos una transfiguración parecida a la de nuestro Señor Jesucristo. Seremos transformados y llegaremos a tener la imagen y semejanza de Dios, que un día Adán y Eva tuvieron en el huerto del Edén, y que la desobediencia cubrió. Seremos un reflejo de Su gloria en su máxima expresión. El pecado no tendrá fuerza, ni efecto sobre nuestras vidas.
Ahora, mientras el cristiano vive en este mundo, tiene la responsabilidad de mostrar al mundo la gloria de Dios libre de impurezas. Cualquier obstáculo que pudiéramos enfrentar aquí en la tierra, no son razones suficiente para vivir en este mundo impidiendo el reflejo de la luz de Cristo en nuestra vida. Somos creados para reflejar al mundo la gloria de Dios.
Eso, es precisamente lo que es transfiguración, el reflejo de Cristo en la vida de sus discípulos. Pero nuestra relación con Cristo están superficial, que reflejamos muy poco de la luz que vive en nosotros. Somos esas joyas de fantasías, que simplemente tienen un baño de oro: con calidad, y precios reducidos.
Hay una gran diferencia entre una joya de oro en tu totalidad, y una joya que solo tienen un baño de oro. El joyero sabe la diferencia en calidad y en precio. Una persona común y corriente quizás se confunda; pero un ojo observador descubre la imitación enseguida. ¿Ha encontrado personas que son ‘de oro puro? ¿Ha visto personas que solo son un baño de oro, pero nada más? Quien creo el refrán: «no todo lo que brilla es oro»; estaba en lo cierto y seguramente se refería a que hay personas que solo ‘son joyas de imitación’.
El gran desafío, mis hermanos cristianos, es no seguir con el baño de oro, y dejar que la gloria de Dios surja con su resplandor desde nuestro interior. Cuando digo que hay que dejar el baño de oro, me refiero a dejar de tener una fachada de religiosidad, de cristianismo adulterado con el mundo. Me refiero a desear y buscar un cristianismo autentico.
¿Te gustaría que Dios quite ese baño de oro y te purifique completamente?
Que maravillosa experiencia cuando la gloria de Dios se refleje en la vida. Que sensación de limpieza cuando el baño de oro de la naturaleza carnal es removido y da paso al brillo del metal puro. Para que eso ocurra, es necesario que los siguientes pasos se lleven a cabo:
- Romper con los patrones carnales de las cosas pasadas.
2 Corintios 5:17 «De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.»
Nosotros traemos patrones de conducta de la vida sin Cristo, y estos patrones tienen que ser sustituidos por los nuevos operados por el Espíritu Santo. Estos patrones de conducta están tan arraigados en nuestra existencia que ya lo aceptamos como surgen ante nuestra atención; y pasamos de aceptarlos a tener un rechazo total o buenos. Sin embargo, cuando pasamos tiempo con Dios en oración y lectura de la Biblia, esos patrones se rompen. Aunque con honestidad hay que reconocer que eso muy difícil. En algunos casos, se le hace dificultoso al cristiano creer que las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
- Dejar de vivir dos vidas (Romanos 7).
El cristiano siempre está frente a la tentación de vivir dos vidas: la que desea vivir y la que realmente vive. No puede amar a dos señores: Ama a la carne o ama al Espíritu. El cristiano que trata vivir dos vidas¸ es miserable en las dos.
Es una aleación muy mala entre el cristiano y ‘la comunión con el mundo’ Un cristiano mundano (si eso fuera posible) no puede ser feliz.
- Cambiar de rey en el corazón.
¿Cada persona le sirve a un rey? ¿Quién gobierna nuestra vida? ¿Quién dicta los principios por los cuales tomamos nuestras decisiones? En el hombre natural y el cristiano carnal, hay un rey que gobierna: el egoísmo. El “yo” está en el trono. Pero, el cristiano que desea reflejar a Cristo, debe hacer a Cristo su Rey y Señor. Quizás, hasta ahora, ha estado el «yo», en ego en el centro de su vida. Este tiempo de entronizar a Jesucristo. ¿Quién dicta nuestro comportamiento? ¿Qué criterio usamos para decidir? ¿Somos guiados por la naturaleza y sabiduría humana o por el Espíritu Santo que vive en nosotros?
Juan 8:32. , «Conocerás la verdad, y la verdad te hará libre.»
Consideremos algunos aspectos importantes:
- La verdad es una persona
- A las personas solo se le conocen pasando tiempo con ellas.
- Si quieres conocer la verdad, hay que pasar tiempo con la persona de Jesús que es la verdad.
- Recordar que el Ser es más Importante que el Hacer.
El cristiano alcanza su verdadero significado siendo, en lugar de haciendo. En el mundo del deporte es común de reconocer la grandeza de un deportista por sus logros. En el mundo de la fama y la fortuna, es más o menos de la misma forma, los logros o actuación son lo más importante. Tendemos a valorar a las personas por su actuación, por lo que hace. Sin embargo, en el cristianismo es más importante el ser que el hacer. Ministramos a los demás a partir de lo que somos, no por lo que hacemos. El ser se refiere al carácter; a la condición espiritual. Ahí es donde debe estar el énfasis de la vida cristiana, no en el activismo. Por eso Cristo, dijo en Juan 15, «sin mi nada podéis hacer» Cuando se trate ‘hacer algo para Dios’ sin la correcta relación con Dios a través de la obediencia, nada somos, nada tenemos y nada logramos.
Con frecuencia, nuestro esfuerzo y nuestro enfoque es en hacer las cosas correctas, de la manera correcta, y nos olvidamos en cultivar nuestra relación con Dios. Nuestro valor no esta en nuestros logros, sino en nuestra cercanía con Cristo. Nada lograremos en la dimensión de lo eterno, y permanente fuera de una relación íntima con Cristo.
- Dejar la resistencia al cambio.
El miedo al cambio siempre es un factor obstaculizador al crecimiento. La Biblia dice en 1 Juan 4:18 “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.” Un amor suficientemente grande por Dios, y un profundo deseo por conocerlo, vence el temor al cambio.
Muchas veces, con el simple hecho de oír la palabra cambio, nos llena la mente de inseguridad, y temor. El apego a costumbres o la tan nombrada ‘zona de comodidad’, nos paraliza en un mismo nivel espiritual. El crecimiento tiene que ver con cambio porque nos mueve de donde estamos, a donde debemos estar. Siempre los cambios nos confrontan, nos aleja de esa sensación de bienestar que produce lo conocido y este desprendimiento genera inseguridad.
Veamos a los cambios como el fuego que es necesario para purificar los metales.
El oro tiene que pasar por fuego. ¿Pero a quién le gusta el fuego? El fuego es una bendición que nadie desea. Pero, los cambios no tienen porque ser negativo; es más, tienen que ver mucho con transformación y transfiguración.
El fuego que purifica puede venir en forma de crisis. Parece que hace falta una crisis de extremo quebranto para hacer que nosotros busquemos el cambio de corazón.
Algunas veces una crisis dentro de la iglesia conducirá al liderazgo de una congregación a mirar dentro de sus corazones colectivamente de una forma nueva y más profunda.
Por otro lado, si el cristiano genuino quiere perder el baño de oro para que surja el verdadero metal, sin fachadas, ni máscaras; tendrá que profundizar y estar dispuesto a sufrir molestias y la aflicción que forman parte de explorar lo bueno y lo malo que hay en su interior.
Una persona emocionalmente sana se somete a este chequeo del corazón regularmente.
En su libro, Una Iglesia emocionalmente Sana, Peter Scazzero escribe:
«La intensidad de mi participación en las disciplinas espirituales no habían infundido madurez espiritual en mi vida.»
La meta no es el cambio de las circunstancias a nuestro alrededor, sino el cambio en nuestro interior, o mejor dicho, el objetivo es permitirle a Dios cambiarnos, y que manifieste su gloria en nosotros.
Veamos otro versículo que habla de la morada, transformación y la transfiguración.
Juan 14:13-23.
- Versículo 13. El Padre aumenta su gloria a través de las obra del hijo. «Yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.»
- Versículo 17. «El Espíritu de verdad mora en vosotros y estará en vosotros.»
- Versículo 19. «porque yo vivo, vosotros también viviréis.»
- Versículo 21. Habla de obediencia, de la relación de amor Padre, Hijo y el cristiano…y me manifestaré.
Quiere decir que lo que Él es y hace a través del cristiano es transfiguración.
El cristiano obediente que está en comunión con Cristo, manifiesta de forma sobrenatural la gloria de Dios, y va de gloria en gloria.
«Porque el mismo Dios que mandó que la luz brotara de la oscuridad, es el que ha hecho brotar su luz en nuestro corazón, para que podamos iluminar a otros, dándoles a conocer la gloria de Dios que brilla en la cara de Jesucristo.» 2 Corintios 4:6. (Dios Habla Hoy)
Finalmente, un día nuestros cuerpos mortales sufrirán una transformación total y final. Eso se llama Glorificación. Un día, Dios hará su obra sobre los cristianos, cuando Él transforme nuestros cuerpos físicos, mortales a cuerpos eternos inmortales con los cuales habitaremos para siempre.
El Apóstol Pablo dice «Porque nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también ansiosamente esperamos a un Salvador, el Señor Jesucristo, el cual transformará el cuerpo de nuestro estado de humillación en conformidad al cuerpo de su gloria, por el ejercicio del poder que tiene aun para sujetar todas las cosas a sí mismo.» Filipenses 3:20-21.
1ª Corintios 15:42-44: «Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción.
- Se siembra en deshonra, resucitarán en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder.
- Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante.»
Jesús es el primer resucitado de entre los muertos en un cuerpo glorificado. Él es llamado las primicias de la creación.
1ª Corintios 15:20 dice: «Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho.»
Debido a que Él es el primero de los frutos, nosotros seguiremos. Su resurrección es la promesa y garantía de nuestra futura resurrección.
Al describir los atributos de los cuerpos resucitados, podemos lograr ciertas cualidades debido a las apariciones de Cristo después de su resurrección.
Primero, Él conservó las heridas de su crucifixión como señal de un cuerpo visible (Juan 20:27-28). Tendremos un cuerpo capaz de ser reconocido por los ojos humanos, pero a la vez de trascender el espacio.
Segundo, Jesús tenía también la habilidad para aparecer y desaparecer de acuerdo a Su voluntad. Marcos 16:14 dice: «Finalmente se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado.»
En Juan 20:27 encontramos: «Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.»
Tercero, la muerte, enfermedades, envejecimiento no tendrían poder sobre el cuerpo glorificado.
1ª Corintios 15:51-53 dice: «He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados,
- en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.
- Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.»