La semana pasada hablamos de la transfiguración en el creyente. Así como Cristo se transfiguro ante tres discípulos, y les dejo ver Su gloria, nosotros, debemos dejar ver la luz de Cristo que esta en nuestro interior. Glorificar a Dios significa que debemos mostrarle al mundo el carácter de Cristo. Cuando nuestros amigos ven que nosotros somos el reflejo de Cristo, ellos le dan gloria a Dios. Es por eso, que ahora, mientras el cristiano vive en este mundo, tiene la responsabilidad de mostrar al mundo la gloria de Dios libre de impurezas. Cualquier obstáculo que pudiéramos enfrentar aquí en la tierra, no son razones suficientes para bloquear o manchar el reflejo de la luz de Cristo en nuestra vida. Somos creados para reflejar al mundo la gloria de Dios.
El Apóstol Pablo nos dice en su segunda carta a los corintios lo siguiente: “ Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.” ( 2 Corintios 4:6). En otras palabras, Que brille la luz donde ahora hay oscuridad». Y cuando nos permitió entender la buena noticia, también iluminó nuestro entendimiento, para que por medio de Cristo conociéramos su grandeza.” (Traducción en lenguaje actual)
La Gloria de Dios se ve en el rostro de Cristo y de todo cristiano.
Eso, es precisamente a lo que nos referimos cuando estábamos estudiando la transfiguración, el reflejo de Cristo en la vida de sus discípulos.
Pero, ¿Qué pasa cuando nuestra relación con Cristo es tan superficial que reflejamos muy poco de la luz que vive en nosotros? Somos como esas joyas de fantasías, que simplemente tienen un baño de oro. Esas joyas, aunque se parece a las joyas autenticas, tiene menos calidad, y por lo tanto, cuestan menos. El precio y la calidad se reduce a medida que el metal precioso se reduce.
Para todos es sabido que, hay una gran diferencia entre una joya de oro puro, y una joya que solo tienen un baño. El joyero sabe la diferencia en calidad y en precio. Una persona común y corriente quizás se confunda; pero un ojo observador descubre la imitación enseguida. ¿Ha encontrado personas que son ‘de oro puro? ¿Ha visto personas que solo son un baño de oro, pero nada más? Quien creo el refrán: «no todo lo que brilla es oro»; estaba en lo cierto y seguramente se refería a que hay personas que solo ‘son joyas de imitación’.
El gran desafío, mis hermanos cristianos, es quitar el baño de oro de una vida manchada por la desobediencia, y dejar que la gloria de Dios surja con su resplandor desde nuestro interior. Cuando digo que hay que dejar el baño de oro, me refiero a dejar de tener una fachada de religiosidad, de cristianismo adulterado con el mundo. Me refiero a buscar un cristianismo autentico.
¿Te gustaría que Dios quite ese baño de oro y te purifique completamente?
Que maravillosa experiencia cuando la gloria de Dios se refleje en la vida. Que sensación de limpieza cuando el baño de oro de la naturaleza carnal es removido y da paso al brillo del metal puro.
Mañana te hablo de como salir del baño de oro, para vivir una vida autentica.