Daniel Casanova

Cambiar de rey en el corazón.

Si queremos reflejar la luz de Cristo, tenemos que cambiar de rey en el corazón.

Pablo, se consideraba “siervo de Jesucristo”. También, Santiago, el hermano de Jesús, se presentó como: “Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo” (Santiago 1:1). Ambos  reconocen totalmente el Señorío de Cristo en sus vidas.

La Biblia enseña que Jesús es el Señor de todos. Cristo exige entrega incondicional a Su voluntad (Romanos 6:17-18; 10:9-10). Aquellos que viven en rebeldía a la voluntad de Dios, no tienen la vida eterna, porque “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes” (Santiago 4:6).
Jesús dijo: “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?” (Lucas 6:46)

Y en Mateo 7: 21 “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.”

La palabra señor expresa alguien que da ordenes y que tiene potestad para exigir obediencia. El señor tiene poder sobre sus subordinados

Hay que confesar que Jesús es el Señor. ” y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:11)

De modo que cuando alguno confiesa que “Jesucristo es mi Señor”, está indicando que Jesús es su Jefe, el soberano, el dueño absoluto de su vida y de todas las cosas que tiene.

Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo.”  (Filipenses 3:8)

Una persona que dice ser cristiana, pero no quiere someterse al señorío de Cristo, tiene un gran problema y marca un gran grado de rebeldía y de soberbia.

Puede marcar esto con claridad, si hay una persona que desea seguir pecando, y se niega a arrepentirse no es salva. Así mismo, una persona que dice que es cristiana, y rechaza la autoridad de Cristo en su vida, no es salva. No se puede aferrar al pecado y a Cristo al mismo tiempo.

Jesús hizo hincapié en el elevado costo que las personas tienen que pagar si deseaban seguirle: “Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14:27), y “Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo” (versículo 33).

No podemos recibir a Cristo como salvador e ignorarlo como Señor.
Algunas evidencias que Cristo es el Señor en su vida:
1. La fe en Cristo produce un cambio de vida (2 Corintios 5:17); transformada por el Espíritu Santo.

  1. Siguen a Jesús en un proceso de crecimiento espiritual (Juan 10:27).
  2. Aman a sus hermanos (1 Juan 3:14). El amor al prójimo y especialmente a nuestros hermanos cristianos, no es opcional.
  3. Procuran hacer la voluntad de Dios guardando Su Palabra (Juan 17:6).
  4. Desea hacer buenas obras (Efesios 2:10)

 

¿Cada persona le sirve a un rey?  ¿Quién gobierna su vida? ¿Quién dicta los principios por los cuales tomas decisiones importantes?

En el ser humano, hay un rey que gobierna en el corazón: el egoísmo. El “yo” está en el trono.

Por otro lado, el cristiano que desea reflejar a Cristo, debe hacer a Cristo su Rey y Señor.  Quizás, hasta ahora, ha estado el «yo», el ego en el centro de su vida. Este tiempo de entronizar a Jesucristo.  ¿Quién dicta nuestro comportamiento? ¿Qué criterio usamos para decidir? ¿Somos guiados por la naturaleza y sabiduría humana o por el Espíritu Santo que vive en nosotros?

Juan 8:32. , «Conocerás la verdad, y la verdad te hará libre.»

Consideremos algunos aspectos importantes:

  • La verdad es una persona. Entonces, si queremos conocer la verdad tenemos que pasar tiempo con la Verdad.
  • A las personas solo se le conocen pasando tiempo con ellas.
  • Si quieres conocer la verdad, hay que pasar tiempo con Jesús que es la verdad.

Una persona puede afirmar que Jesús es su Salvador y tratar de ser obediente por un tiempo, pero, si no hay un cambio de corazón, su verdadera naturaleza acabará manifestándose. Judas Iscariote es el mejor ejemplo  de como una persona puede estar físicamente cerca; pero, espiritualmente lejos.

Sin embargo, esta el ejemplo de Pedro, que negó a Cristo tres veces, pero se arrepintió. Los creyentes genuinos pueden tropezar y caer, pero van a perseverar en la fe.

Un cristiano que Cristo es el centro de su vida, cada vez que va a tomar una decisión no lo hace basado en sus preferencias personales, sino  en si agrada o no a Cristo.

¿Es posible ser cristiano y vivir en la indiferencia total de su vida espiritual, y nunca buscar glorificar al Señor quién lo compró? ¿Puede un pecador despreciar el señorío de Cristo y aun así decir que Él es su Salvador? ¿Puede alguien decir “quiero ser salvo” y seguir con su vida como si nada hubiera  ocurrido.”?

El señorío de Cristo dice: “si quieres que yo te salve; tienes que dejar que yo te gobierne.” El quiere ser El Rey en tu corazón; el que manda, no El que recibe ordenes.

Gálatas 2:20  Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.”